EL PARAISO QUE  SOÑAMOS
“De hambre y de sed (narra una historia griega) 
muere un rey entre fuentes y jardines; 
yo fatigo sin rumbo los confines 
de esta alta y honda biblioteca ciega. 
Enciclopedias, atlas, el Oriente 
y el Occidente, siglos, dinastías, 
símbolos, cosmos y cosmogonías 
brindan los muros, pero inútilmente.

 
Jorge Luis Borges 

Naciste y creciste en un hermoso lugar rodeado de naturaleza diversa, a los pies de una inagotable Serranía como la de los Yariguíes y un río caudaloso. Conoces el cacao, el café, las frutas tropicales y  disfrutas del árbol en flor. Escuchas al guacamayo en la Pintadera y el Tres Tires en la penumbra. Disfrutas de ferias y fiestas propias de tu cultura y cuando te encuentras allí en medio del gozo y la alegría, inmediatamente piensas en las personas que no están allí. –Lo que le gustaría a mi padre, a mi madre, a mis hermanos y amigos vivir lo que yo aquí-. La misma alegría melancólica vivimos los que conocemos los libros, nos encantaría que todos nuestros seres queridos y cercanos se deleitaran ante el mundo maravilloso que se encuentra escondido en ellos. Que pudiesen en las mañanas desayunar con Platón, almorzar con Cervantes y en las tardes cenar con Botero, sin olvidar el café junto a Apuleyo, Bonnett y Faciolince.
Es aquí donde concuerdo con García Lorca[1], pues igual que él, siento más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de uno que sufre hambre, porque finalmente un hambriento puede calmar su hambre con un trozo de pan, pero un hombre que quiere saber y no tiene medios, sufre porque son libros, libros, más libros y solo libros los que necesita. Por eso cuando el famoso escritor ruso Fedor Dostoyevski estaba prisionero en Siberia, alejado del mundo, solo, en medio de cuatro paredes, con hambre y frío por la nieve infinita del crudo invierno, en las cartas a su familia, solo decía: “¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!”. Pero ¿Quiénes piden los libros? Tú deberías. Así como anhelas la lluvia, quieres disfrutar de tu vida, aspiras enamorarte y conseguir tus sueños, deberías exigir ¡libros! Y ¡más libros! ¿Dónde están esos libros? En el paraíso soñado de madera, tornillos, libreros amigos, ventanas amplias del pasado y el futuro y la voz compañera que enciende milenarias linternas; está en tu patio rezagado al que sueles llamar biblioteca, un paraíso soñado que desconoces. ¡Visítala y compartamos la misma alegría!



[1] GARCÍA LORCA, F. Medio pan y un libro. 2010. Original 1931: Alocución al pueblo Fuente Vaqueros.

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